27 ene 2012

LA PRESENTACION DE CRISTO EN EL TEMPLO (2 de febrero) Fiesta de la Candelaria

La presentación, o encuentro, de Nuestro Señor Jesucristo (2 de febrero) se conoce en occidente con el nombre de la Purificación de la Santa Virgen. Como la mayor parte de las fiestas de origen palestino, esta de la Presentación de Cristo pertenece a la antigüedad cristiana. Egeria, a finales del s. IV, asiste a Jerusalén a su celebración, con una procesión de gran solemnidad.  Esta fiesta fue introducida en el siglo VI en Constantinopla, con Justino y Justiniano y de allí paso a Roma en el curso del siglo VII. La costumbre de mantener las ceras encendidas durante el oficio del Papante, inaugurada en Jerusalén hacia el año 450, se conservo en occidente: de aquí el nombre de CANDELARIA.
 Como la fiesta de la circuncisión (1 de enero), la Presentación en el Templo del niño Jesús nos muestra “al Autor de la ley observar los preceptos de la ley” (Vísperas, tono 1): es la consagración a Dios del primogénito (Ex 13, 2) y de la ceremonia de purificación de la madre cuarenta días después del nacimiento del hijo varón (Lv 12, 6-8). La lectura del Evangelio (Lc 2, 22-39) ha inspirado al texto litúrgico, así como a la iconografía de la fiesta.
Las mas antiguas representaciones de la Presentación de Cristo en el Templo se encuentran en los mosaicos de S. María la Mayor en Roma (s. V) y sobre un relicario cruciforme en esmalte en el museo de Laterano (finales del s. V e inicios del s. VI). La iconografía de la fiesta del Papante fue fijada definitivamente entre el s. IX y el s. X esta se mantuvo sustancialmente inalterada. A veces el niño Jesús llevado por su madre, que lo tiene hacia san Simeón; mas  a menudo, el sostiene en brazos al niño.  El Cristo nunca es representado en su infancia, sino que lleva todo una corta vestidura que deja descubierta sus piernas. Sentado sobre los brazos extendidos de Simeón, en algunos casos le bendice, como por ejemplo en nuestro icono. Se trata del niño Jesús del tipo Emanuel. “El verbo del padre, sin inicio, toma origen en el tiempo sin ser separado de su divinidad” (Vísperas, tono 1) “El antiguo de los días se hace un niño en la carne” (Vísperas, tono 5). “Aquel que dio la ley a Moisés sobre el Sinaí… es conducido al Templo conforme a la Ley” (Vísperas, tono 1). Como en la narración de san Lucas, en tema de la purificación de la Madre es casi olvidada: el tema central de la fiesta es el ENCUENTRO del Mesías, el encuentro del Antiguo y del Nuevo Testamento.
  
El encuentro se lleva en el Templo, frente al altar que, en nuestro icono, esta cubierto por un baldaquino. A veces sobre el alatar hay una cruz, un libro o un rotulo de pergamino. A lado del altar se encuentra la Madre de Dios con las manos extendidas cubiertas por el manforion (maphorion) en un gesto de ofrecimiento. Confiando a su hijo a las manos de Simeón. El santo anciano, extendiéndose al frente, sujeta al niño con las dos manos, cubriéndose con su misma vestidura en signo de veneración. San José sigue a la Madre de Dios, teniendo en un pliegue del mantel el ofrecimiento de los papas pobres (Lv 12, 8): dos tórtolas o dos jóvenes palomas. Estas aves simbolizan la iglesia de Israel y la iglesia de los gentiles, es decir los dos testamentos, de los cuales Cristo es la única cabeza. Santa Ana, hija de Fanuel, viuda desde hacia 84 años, esta a la derecha de Simeón, en segundo plano como san José. Vuelve la cabeza hacia atrás, cubierta por un velo, mira hacia lo alto, para explicar la inspiración profética.   

Gran importancia es dada a la figura de Simeón, “aquel que da la bienvenida a Dios”. Sus palabras proféticas, uno de los tres Canticos del Nuevo testamento, son entonados en las Vísperas de todo el año litúrgico. Se supone y se reconoce en el santo anciano que ha recibido entre sus brazos al Cristo un sacerdote del Templo. Algunos autores sostienen que fue un doctor de la Ley, hijo de Hillel y padre de Gamaliel, el maestro de san pablo. Otros suponen que Simeón fue uno de los setenta, los traductores de la biblia, y que Dios lo mantuvo en vida por trecientos cincuenta años, al final de la venida del Mesías. Los textos litúrgicos lo celebran como el mas grande entre los profetas: mas así como Moisés, Simeón amerita el titulo de “Aquel que ha visto a Dios”; porque Dios aparece a Moisés en la nube, mientras Simeón ha cargado entre los brazos al dios eterno encarnado: “El ha revelado la luz de las naciones, la Cruz y la Resurrección”.

El Nunc Dimittis toma un nuevo significado: el profeta pide al Señor de concederle de caminar y anunciar la Encarnación en los infiernos (Oficio de san Simeón, 3 de febrero, oda 6 del canon). En nuestro icono nada indica que Simeón posea dignidad sacerdotal. Esta con la cabeza descubierta y lleva cabellos largos según el uso de un nazareno: la larga vestidura llega hasta los pies. “El Cristo niño esta sentado sobre los brazos del anciano como sobre un trono” (Vísperas tono 8). En la IX oda de la Mañana Cristo dice “No es el anciano quien me sostiene; soy yo quien lo sostengo a el, porque el implora mi perdón”.

Nuestro icono es típico de la escuela de Novgorod del s. XV. Sin poseer el “estilo aristocrático” que caracteriza al Taller de Novgorod, este compensa y mantiene una mayor libertad expresiva, el tono íntimo y cálido propio de la piedad popular.

Leonid Uspensky, Vladimir Lossky