“El encargo de todo procedimiento artístico es de ser un impulso que despierte la atención a la realidad misma. En otras palabras debe volverse un lenguaje, testimonio de la realidad”.
La manifestación correcta de la unidad del ser es la belleza, siguiendo una tradición que tenía orientación en Solov´ev, Florenski recuerda que “verdad, bien y belleza son un único principio” y en esta unidad “la verdad manifiesta es amor. El amor realizado es belleza”.
En la tradición rusa Florenski encuentra además un elemento que es capaz de mostrar en manera ejemplar la unidad de todas estas características, y va a ser: el icono.
Según esta tradición, el icono no es simplemente una imagen religiosa es propiamente una imagen sacra.
En este sentido, para Florenski, el icono reclama la función de Sofia (sabiduría): es junto “el reflejo del mundo a los orígenes” y “la imagen del mundo futuro”, nos permite saltar sobre el tiempo y contemplar “el mundo creado por Dios en su belleza sobre terrena”. Como el símbolo, une dos mundos y comporta nuestro mundo al del cielo; no es solamente “una ventana abierta sobre la realidad” pero cuando nos muestra a los santos no se limita a representarlos llega más bien a hacerlos presentes: en alguna manera “no representa el testimonio pero es el testimonio mismo”.
Testimonio del otro mundo en este mundo, el icono se torna para Florenski, mas en las condiciones trágicas de la Rusia en aquel tiempo, uno de los últimos baluartes de la verdad divina en el mundo: este se vuelve testimonio directo de Cristo. Defenderla como lo hizo Florenski, no significaba defender simplemente un objeto de culto o un valor cultual pero, vinculando culto y cultura a su origen, significaba defender la verdad. La luz que sale del icono, en efecto, es la verdad misma: el icono “es o por lo menos quiere ser, primera, verdad de la vida, que no sustituye la vida”, pero se limita a indicarla simbólicamente en su más profunda realidad”, dice Florenski, haciendo hincapié en el mismo tiempo el enlace que de lo bello une a la verdad y la necesidad de no sustituir a la realidad con una imagen.
Adriano Dell’Asta
L’ubomir Zak
L’ubomir Zak