20 may 2011

LEONID USPENSKY. Su conversion a partir del encuentro con el mundo del icono.

Una vida más que venturosa.




Por clase social Uspensky fue parte del viejo mundo, siendo nacido en 1902 en la familia de un pequeño propietario terrateniente, pero como sucedía a menudo en aquella época entre los jóvenes, era ideológicamente atraído de las ideas radicales. En el Liceo de Zadonsk que frecuentaba fue convertido en líder de las protestas y de los desórdenes estudiantiles; a los 15 años era también un ateo convencido que hacia redadas para pueblos predicando el ateísmo y embargando los iconos de las casas de los campesinos. Fue convertido en una autoridad entre sus compañeros, y cuando decide ir de voluntario en la Armada Roja, cinco de ellos lo siguieron. Regreso a casa por ser demasiado joven, Unspensky lo intento de nuevo en 1918 y esta vez fue aceptado. Pero la división de caballería en la cual fue inscrito, la legendaria Zlova, en 1920 fue exterminada en una emboscada de los blancos, y el vino a ser prisionero. Así, apenas dieciocho, se encontró en el pelotón de ejecución, excepto, por la intervención “inexplicable” de un coronel q interrumpe la ejecución, salvándole la vida. En seguida, cuando la armada blanca, en plena ruta, comenzaron a evacuar del puerto de Sebastopoli, del mar negro, el intento escapar, esperando esconderse en la pendiente a la llegada de la Armada Roja, con la cual se sentía todavía plenamente unido. Pero a decidir de su destino dio lugar dos circunstancia bastantes banales: la dificultar de encontrar un escondite y el deseo invisible de ver Constantinopla. La fascinación del exótico echo causado que su vida tomase una vuelta totalmente impensada. De emigrante Uspensky sabemos tiempos muy duros; antes fue desembarcado en Italia (sin ni siquiera ver Constantinopla), termina en Bulgaria , donde hizo por hambre trabajos en cualquier lugar: en los viñedos , en las canteras. A causa de la mal nutrición llego a perder la vista por algún tiempo. El trabajo en las minas de carbón en Pernik, por último, lo salvo del hambre pero lo expuso a graves peligros para su salud, dos veces efecto, se enfermó seriamente. Otras veces decisivamente fue de modo causal: Un reclutador de trabajadores para los establecimientos siderúrgicos Schneider de Creusot, lo convence de suscribirse a un contrato anual como trabajador de fundición. De este modo en 1926 desembarco en Francia, donde se estableció de forma permanente, encontrando la vocación de su vida.

En la fundición Uspensky tiene un grave accidente, fuertes quemaduras que lo fuerzan a una larga recuperación en el hospital, ocasión para que cambie de trabajo y se trasfiere a parís como trabajador en una fábrica de bicicletas. Finalmente, en este trabajo menos gravoso le permite darse espacio a algunos intereses personales, así en el 1929 se inscribe en una academia de arte apenas fundad por una emigrante rusa, donde enseñaban nombres famosos. Finalizando en este punto de sus pruebas artísticas se limitó a la copia meticulosa de naturaleza muerta en cartulina. Pero en aquel momento la pasión por el diseño lo invadió totalmente, finalmente llevándolo a abandonar su puesto en la fábrica para dedicarse a su estudio, el precio, verdaderamente, una vida de dificultades: en este periodo se mantiene descargando mercancía en la noche. Pero su pasión por el arte lo lleva a abundantes sacrificios, más porque en este nuevo ambiente encontró las personas con las que compaginaba espiritualmente, y que serán sus compañeros para toda la vida.

Uno de estos era Georgij Krug, otro emigrante con la pasión del diseño. El paso sucesivo de dos amigos fue ganar la vida diseñando tejidos para las empresas de prendas de vestir parisinas. Fue en este mismo periodo que Uspensky probó pintar su primer icono, casi por apuesta, declarando (en verdad sin saber nada) que pintar un icono era un trabajo muy simple. El encuentro con el mundo del icono se da así, pero es definitivo: el icono comenzó a interesarlo más y más, con mucha seriedad. Estudiando profundizando descubriendo la fe, y finalmente la iglesia. Su amigo Krug hizo con el este camino, al fin maduraron juntos la decisión de abandonar la pintura secular para dedicarse exclusivamente al icono.

La Nuova Europa
Marta Dell'Asta